Que los sacerdotes asesinados conocían a sus asesinos

Por: Leopoldo Tlaxalo Jaramillo

Desafortunadamente la violencia en el Estado de Veracruz no cesa y se prevé que sigan llevándose a cabo ejecuciones, desapariciones, secuestros, asaltos a mano armada y demás actos vandálicos que pongan en riesgo la integridad de las personas, por lo menos hasta que concluya esta desastrosa administración, que no sólo dejó quebradas las finanzas de Veracruz, también dejó a los veracruzanos a merced de la delincuencia. Vemos en la sección de nota roja de los periódicos como todos los días ocurren hechos sangrientos en los que hay muertos, mutilados, lesionados o testigos oculares de los incidentes que tienen que callar lo que saben por miedo a las represalías. 

Esta semana amanecimos con una noticia que provocó indignación entre la sociedad civil y los representantes cléricos de diversas religiones: el asesinato de dos sacerdotes que respondían a los nombres de: Alejo Nabor Jiménez Juárez y José Alfredo Juárez de la Cruz. Ya ni a la iglesia respetan los delincuentes. No tienen temor del castigo divino que les espera por haber cometido esta fechoría. Por fortuna, según palabras del Fiscal General del Estado, Luis Ángel Bravo Contreras, quien dice sigue una línea de investigación por el asesinato de los dos sacerdotes en Poza Rica, el móvil del asesinato es el robo y negó tajantemente que en el ilícito estuviera involucrada la delincuencia organizada. Bravo Contreras dijo que los testigos señalan que los sacerdotes conocían a sus victimarios e incluso tomaron bebidas alcohólicas con ellos horas antes de que se realizara el crimen.

Anunció el Fiscal General del Estado que tiene identificados a los asesinos y conoce el nombre y rostro de uno de los agresores, el cual no conforme con privarlos de la vida a los religiosos, también se robó 5 mil pesos de la iglesia, seguramente como concepto de las limosnas que dan los feligreses. Se está trabajando para identificar a los otros agresores. “Fue un convivio donde al calor de las copas se descompone la reunión, se ponen violentos algunos de los asistentes, golpean al sacerdote, después intentan robarle dinero, de hecho le roban dinero producto de las limosnas, 5 mil pesos y se llevan dos vehículos”, comentó el Fiscal. 

Fueron secuestrados los dos sacerdotes y el sacristán, éste último logró huir y es el único que puede contar la historia. Uno de los padrecitos fue ejecutado con 9 impactos de bala con arma corta. Bravo Contreras pidió que los medios de comunicación y las redes sociales dejen de circular infomación en torno a que los sacerdotes fueron víctimas de la delincuencia organizada porque según él, no es así. La Fiscalía solicitará la intervención de un juez en este caso polémico. 

La Diócesis de Veracruz lamenta que la violencia haya entrado al seno de la iglesia en el Estado de Veracruz. Desafortunadamente todos los dias en las familias de los feligreses se sabe que hay un ejecutado o desaparecido. No existe temor por parte de los representantes de la iglesia católica en el puerto de Veracruz ante este crimen, pues así como mataron a estos dos sacerdotes, pueden ejecutar a cualquier otro ser humano se dedique a la religión o no. Lo único que les queda a los padres es encomendarse a Dios. Ya son 14 los párrocos que han asesinado durante este sexenio federal y no quieren que la cifra siga incrementándose. 

 

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