Repensar nuestras relaciones…

Siéntase incómodo

Un espacio de expresión… desvergonzada.

POR: Haydée Magallanes Montalvo

Ante la ola de violencia que se ha desatado contra las mujeres en estos días (ola que nunca cesa, sólo se calla en ciertos momentos) me puse a reflexionar acerca de qué acciones son necesarias para establecer vínculos que no terminen en golpes, abusos o feminicidios.

En la primera opción que pensé fue en el separatismo, que nunca se me ha hecho válido, ya que el intentar “borrar de nuestra vida” a los hombres no sólo es una idea fantasiosa, sino impráctica. Vivimos en una sociedad diversa donde todos deberíamos ser válidos; el discriminar a un grupo social, por el motivo que sea nos haría caer en lo mismo que combatimos. Por lo tanto, los espacios sin hombres no son una opción.

Después pensé en los talleres, que han sumado muchísimo a educar y generar conciencia sobre las situaciones de violencia de género; pero en los que se avanza lentamente en adherir nuevos públicos y grupos. 

También vino a mi mente la defensa personal… y me vi, de forma imaginaria, intentando defenderme de un atacante con el doble de peso y estatura que yo, entendí entonces que por mucha arte marcial que supiera, no tenía la más mínima oportunidad de salir airosa de un encuentro como ese, a diferencia de lo que el cine comercial nos ha mostrado con innumerables Mary Sues.

¿Qué hacer, entonces? ¿Qué opciones hay para quienes nos negamos a vivir con un miedo perpetuo y una paranoia insufrible? Pues quizá eso, vivir. Desterrar la idea de que los varones son nuestros enemigos, buscar voces masivas que amplíen las ideas que se plantean en los talleres, conversatorios y conferencias; dejar de combatir la violencia con violencia. Trabajar con los hombres, ayudarles a replantearse su masculinidad, su crianza, sus ideas en torno a su convivencia con las mujeres. Reconocer que el verdadero enemigo es el sistema patriarcal, y que ese también nos puede incluir a nosotras. En nuestra propia deconstrucción podemos modificar nuestro entrono. También es un proceso lento, pero los índices de violencia pueden ir bajando poco a poco si somos cada vez más quienes nos replanteamos nuestras relaciones humanas, quienes buscamos un punto de equilibrio sobre el cual construir lazos fraternos desde el respeto y la equidad. Sanando primero, antes de sanar a los demás. Quizá eso funcione.

*Comunicóloga, feminista, rockera y con el mal hábito de llamar a las cosas por su nombre.

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