Que no criminalizó a los sacerdotes asesinados en Poza Rica.

Por: Leopoldo Tlaxalo Jaramillo

Dicen que en boca cerrada no entran moscos y que cae más pronto un hablador que un cojo. Estos dichos vienen a colación porque el Fiscal General del Estado, Luis Ángel Bravo Contreras se está portando como una verdadera Chimoltrufia pues como dice una cosa dice otra, él solito se enreda en su telaraña de mentiras e historias que muchas veces crea con su imaginación y un mucho de malicia. Prefiere contarle cuentos chinos a la ciudadanía sobre los acontecimientos trágicos que enlutan los hogares de miles de veracruzanos que realizar serias investigaciones que lo lleven a descubrir el motivo de los asesinatos, sin inventar, sin juzgar, sin señalar y sin mentir.  

A este hombre se le hace fácil manchar la reputación y la imagen de los muertos, aquellos que por obvias razones ya no pueden defenderse. Se aprovecha que algunos familiares no reclaman porque están enlodando el nombre de uno de los suyos. Si tuvieran el poder de hacerlo, harían que él se tragara sus palabras, se retractara y dejara de mentirle a los ciudadanos, pero todo aquel que cuenta una mentira tiene que seguir contando más hasta que el mitómano ya no sabe cual es la verdad y cual es la mentira. O lo peor del caso, el mitómano dice una mentira y luego tiene que retractarse, pero nunca reconoce que cometió un error producto de su inmadurez o inexperiencia. 

Después de que el Fiscal General del Estado, Luis Ángel Bravo Contreras narró una historia de telenovela en relación al asesinato de los dos sacerdotes en Poza Rica y de que, según sus investigaciones, éstas le arrojan que los padres conocían a sus asesinos, y no sólo eso, sino que estaban bebiendo alcohol con ellos como si fueran grandes cuates, ahora negó haber criminalizado a los religiosos. 

Cuando la Fiscalía no sólo criminaliza a las víctimas, sino también se encarga de voltearles la tortilla y hacerlos responsables de sus propias muertes. Como vio las críticas que arrojaron sus desatinadas declaraciones y supuestas investigaciones, a Fisculín no le quedó otro remedio que negar lo que dijo un día antes, o expresarlo de una manera que no quede él como el villano de la película. Desafortunadamente en México te puedes meter con cualquier persona y no pasa nada, nadie te reclama, pero ahí de ti si te metes con algún representante de la iglesia, porque toda la feligresía sale a defenderte. 

“La fiscalía jamás ha criminalizado a nadie, -dijo Bravo Contreras-, si alguien lo hizo, no fue el fiscal general ni ningún servidor público. Aquí lo que pasó es que, derivado de algunas notas amarillistas, descontextualizaron las declaraciones del Fiscal”. Con esto quiso sacudirse un poco de la tierra que le cayó por haberse metido con los sacerdotes. Como todo jarocho se defiende como gato boca arriba. Apuntó que lo que se ha dicho sobre el caso está basado en las declaraciones de un testigo presencial, el cual logró escapar. Patitas pa’ que las quiero antes de que le empiecen a sacar toda la sopa, capaz que se enreda con su propia lengua y al rato lo culpan a él de la muerte de los sacerdotes. 

El Fiscal es un funcionario que tiene mucho que explicarle a las autoridades sobre su actuar al frente de la dependencia de la que es titular y todo lo relacionado con las investigaciones realizadas y la veracidad que éstas tienen. La gente no se imagina que este tipo siga en el cargo de fiscal cuando llegue la administración de Miguel Ángel Yunes Linares, pues su trabajo deja mucho que desear. 

En otro tema, el Fiscal reconoció que hay posibilidades de que exista otro cementerio clandestino en la zona norte de Veracruz y en el norte de la entidad veracruzana. ¿Acaso él no sabía de la existencia de estos cementerios?, ¿Cómo pudieron ocultárselo a la ciudadanía durante tanto tiempo?. Seguramente están esperando que el Colectivo Solecito Veracruz comience la búsqueda de los cementerios clandestinos, porque cuando buscan, encuentran, cuando debería ser obligación de la autoridad dar con estos lugares donde descansan los restos de los que alguna vez fueron desaparecidos. 

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