Peña Nieto vuelve a pintar su raya con Duarte

POR: Leopoldo Tlaxalo Jaramillo

Fue durante una reunión para formalizar la creación del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes que se volvieron a encontrar frente a frente el gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa y el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, y una vez más, éste útimo pintó su raya con el cordobés, pues mientras platicó amigablemente con otros gobernadores durante algunos minutos, a Duarte sólo le dedicó un frío saludo que no duró, dicen los que saben, ni siquiera 10 segundos, lo cual es una muestra más de la relación distante y fría que tiene el presidente con el gobernador, a quien sólo saludó por cortesía, pero realmente no quiere ni acercarse a él porque Duarte despide un olor putrefacto y fétido, el olor de la corrupción, la impunidad, el cinismo, la desfachatez, etc.

En el evento Peña Nieto saludó a varios gobernadores como el de Zacatecas, Jalisco, San Luis Potosí y Sinaloa, con los que  se le vio de semblante alegre esbozar una sonrisa y hacer comentarios sobre diversos temas, pero cuando llegó el turno de dirigirse al gobernador de Veracruz, Peña mostró frialdad absoluta con lo que echa por la borda, una vez más, los comentarios de Duarte en relación a que tiene una extraordinaria amistad con el presidente, quien ya no sabe de que manera enviarle mensajes a Duarte de que ya cayó de su gracia.  A pesar de la frialdad del presidente, Duarte insiste en estar cerca de él para hacerse chaquetas mentales y presumirle a sus detractores que a pesar de las denuncias por enriquecimiento ilícito que tiene en su contra, nada podrán hacerle pues cuenta con el apoyo del presidente.

Pero lo anterior son fantasías que Duarte se hace en la cabeza, porque en el fondo sabe que está más solo que nunca y con posibilidades de pisar la cárcel, más aún si el propio presidente, a quien él consideraba su aliado, le ha dado la espalda. Pero no sólo se deslindó Peña Nieto de Duarte, también de los otros gobernadores que han sido acusados de corrupción como César Duarte de Chihuahua y Roberto Borge Ángulo de Quintana Roo. A Peña Nieto no le interesa defender a los gobernadores, aunque sean de su propio partido, pues sabe que si se une al clamor de la ciudadanía que piden justicia y cárcel para los mandatarios corruptos, ganará un poco la simpatía de los mexicanos y aumentará positivamente su popularidad que está deteriorada a causa de sus reformas estructurales que sólo han afectado la economía de los mexicanos, entre otras cuestiones que hacen del presidente uno de los más odiados en la historia de México.

Lo que se le critica a Peña Nieto es que le haya permitido tantos excesos al gobernador de Veracruz y sólo hasta el ocaso del sexenio desastroso de Duarte, haya mostrado la antipatía que le provoca el mandatario veracruzano. Pero Peña preferirá utilizar todas sus influencias para meter a la cárcel a Duarte antes que lo haga el gobernador electo, Miguel Ángel Yunes Linares, pues está consciente que eso es lo que piden a gritos los veracruzanos después de ser víctima de los despilfarros, atropellos y malas decisiones de Duarte, quien pasará a la historia como el peor gobernador de Veracruz.

Peña Nieto volvió a marcar su distancia con Duarte, quien se sintió avergonzado al padecer el desaire público del presidente, sobre todo porque la imagen se difundió en las redes sociales y la noticia de la indiferencia del presidente salió a ocho columnas en periódicos estatales y nacionales colocando a Duarte como el político más nefasto, del cual hasta los mismos priístas se averguenzan. Sólo se aprecia en las imagénes y los videos que EPN le dio una palmadita en el hombro a Duarte en señal de saludo y posteriormente se retiró para platicar con el mandatario de San Luis Potosí, José Manuel Carrera López. Al alejarse Peña, deja a Duarte incrédulo ante el desaire del presidente que cada vez es más evidente. Aunque trate de aparentar lo contrario, se le notó a Duarte enojado, trató de sonreír para que no fuera captado su enojo pero es tan malo que ni siquiera sabe actuar. Tal vez Duarte llevaba estudiadas algunas palabras que quería intercambiar con el presidente, pero éste no le permitió que dijera ni media palabra, ni modo. Esto solo es el inicio de lo que le espera al gobernador, quien en lugar de sembrar amor, sembró odio entre todos lo que le rodean.

 

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