EPN se deslinda de Duarte, y ahora, ¿quién podrá defenderlo?

POR: Leopoldo Tlaxalo Jaramillo

En entrevista transmitida a nivel nacional en el noticiero de Joaquín López Dóriga, el presidente de la República Enrique Peña Nieto se deslindó públicamente del gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa después de las denuncias que enfrenta por actos de corrupción que ha cometido durante su sexenio. Enrique Peña Nieto fue claro y contundente, está del lado de la legalidad y no meterá las manos para defender al gobernador de Veracruz o a cualquier otro mandatario que se vea envuelto en actos de corrupción.

Duarte y los demás gobernadores corruptos como Roberto Borge de Quintana Roo y César Duarte de Chihuahua deberán enfrentar los procesos en su contra y asumir sus responsabilidades, pues son ellos los que cometieron ilícitos durante su gobierno y no por ser emanados del PRI, como ellos mismos suponían, los va a proteger el presidente, quien ahora si dio el manotazo que todos los veracruzanos esperábamos. El primer manotazo que advertía una relación ríspida entre Duarte y Peña Nieto fue hace un mes aproximadamente cuando el presidente, junto con la Procuraduría General de la República, echaron abajo la propuesta de Duarte para blindarse a unos meses de dejar el poder y de esta manera, impedir ser alcanzado por el brazo ejecutor de la justicia.

Para que le cuidaran las espaldas, Duarte había propuesto un Fiscal Anticorrupción y magistrados anticorrupción hechos a la medida para garantizarle impunidad, pero fue ahí cuando el presidente intervino y echó abajo estas propuestas de Duarte. Ahora EPN vuelve a dar un manotazo en contra de Duarte diciendo públicamente que se deslinda de él y que tendrá que asumir las consecuencias de sus actos refiriéndose, claro está, a que tendrá que enfrentar las acusaciones ante las instancias judiciales correspondientes. Cada día que se acerca el fin de su sexenio vemos como Duarte va cavando su propia tumba y se acerca el final de una vida que gozó en la que hubo excesos, despilfarros, libertinaje, desvío de recursos que le llenaron los bolsillos de dinero y muchas irregularidades en las que violó leyes a más no poder.

Tal vez Duarte nunca se imaginó que podría caer de la gracia del presidente, pensó que era su amigo, que por ser ambos del mismo partido el residente de Los Pinos iba a meter las manos al fuego por él pero no fue así. Desde meses antes, Peña Nieto había dado señales de querer evitar todo lo que lo relacionara con el gobernador de Veracruz, huyó de su cercanía en todo momento durante su visita a este Estado en la ceremonia de graduación de los cadetes de la Heroica Escuela Naval Militar de Antón Lizardo. Pero Duarte no quiso entender las señales que le enviaba el presidente. Todavía tuvo el cinismo de decir que la relación con Peña Nieto era extraordinaria, cuando con esta acción lo único que demuestra Peña Nieto es que lo quiere…..pero ver tras las rejas porque sus excesos y delitos seguirán perjudicando al PRI si no se actúa con mano dura. Si Peña Nieto quiere rescatar a su partido de la derrota en las elecciones presidenciales, deberá ocuparse en que estos gobernadores que hicieron mal uso de los recursos públicos estatales y federales, reciban un castigo ejemplar que demuestre, aunque sea en apariencias, que los priístas están en contra de todo lo que huela a corrupción.

Porque tampoco puede dejarse de lado que si alguien se ha enriquecido ilícitamente durante su sexenio es el presidente Enrique Peña Niieto, pero él no será medido con la misma vara que los gobernantes porque desafortunadamente en este país la justicia no se aplica igual para todos. Peña Nieto está preocupado por perder las elecciones presidenciales, sabe que ha actuado mal y en contra de todos los mexicanos con las reformas estructurales que lejos de beneficiarlos, los perjudican. El mejor pulso para medir el rechazo que la sociedad le demuestra a su persona son las redes sociales, en donde se hace mofa a diestra y siniestra de la figura del presidente a quien le cuelgan toda clase de calificativos denostativos. Por lo menos subirá unos puntos a su favor la percepción que la ciudadanía tiene de él si se encarga de que gobernadores corruptos como los Duartes y Borge sean alcanzados por la justicia y paguen con cárcel por el daño económico que dejaron en los Estados donde gobernaron.

Si Duarte cae en prisión gracias a la intervención de Peña Nieto, se le habrá de aplaudir tal acción, pero nunca olvidaremos que fue omiso durante mucho tiempo en el que le permitió toda clase de excesos que provocaron miles de muertes en este Estado. Si alguien es culpable de las malas acciones cometidas por Duarte es precisamente Peña Nieto, quien no supo ponerle un alto a su desenfreno en el momento idóneo, no tuvo los pantalones para exigirle su renuncia en el primer momento en que demostró que no estaba capacitado para gobernar un Estado como Veracruz pues la locura se había apoderado de él. Gracias a Peña Nieto, hemos tenido que padecer a Duarte durante tantos años, cuando con una sóla orden del presidente hubiera bastado para desaforarlo desde las primeras muestras de la ingobernalidad que caracterizó su sexenio.

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