A puños…

Siéntase incómodo

Un espacio de expresión… desvergonzada.

Por: Haydée Magallanes Montalvo

Hace unos días se hizo viral el caso de Monserrat, joven de 20 años quien fuera internada en la unidad de terapia intensiva  tras recibir una golpiza de su pareja, Marlon Botas Fuentes, quien se dio a la fuga. Monse tiene severas fracturas de cráneo, cuello y brazo y se encuentra en una situación crítica.

Lo grave aquí no nada más es que hoy esta sea la historia de Monse, sino que ayer fue la de Adela, la de Ofelia, la de Nayelli y desafortunadamente mañana será la de tantas otras.

¿Qué hace falta para que los hombres entiendan que a las mujeres no se nos trata a puños? ¿Qué es necesario para hacerles entender que golpear a alguien es ilegal y que no pueden descargar su ira a golpes? ¿Cuándo van a dejar de canalizar sus emociones hacia la violencia? Se han hecho talleres, se han dictado conferencias, se han hecho campañas en favor de una mejor educación masculina, sin resultados.

La pandemia ha llevado la violencia contra las mujeres a niveles críticos, la convivencia entre parejas se ha vuelto un desafío que, en cualquier momento, puede cobrar la vida de otra mujer. ¿Qué entendemos por “relación sentimental”? ¿Qué hace pensar a los hombres que en cualquier momento pueden abusar de su fuerza física y tundir a golpes a quien se supone que aman y respetan? ¿Qué hace que las mujeres nos quedemos en relaciones que se vuelven cada vez más violentas y conflictivas hasta terminar hospitalizadas en terapia intensiva? 

La noción de amor que nos han vendido en las telenovelas, las canciones melosas, las comedias románticas y mucha mala poesía es un amor posesivo, enfermizo, lleno de celos; un amor de roles de género en el que el hombre es fuerte y la mujer, sumisa. Un amor que todo lo perdona, hasta que acaba con las mujeres física y psicológicamente. Un amor que todo lo aguanta, hasta que terminas en una cama de hospital. Un amor que es para siempre, hasta que encuentran tu cuerpo destrozado en algún descampado.

El amor, el verdadero, no es nada de eso. Es libertad y respeto. Es conjunción desde lo individual. Es armonía y paz. El amor verdadero no deja cicatrices. 

Hoy, Marlon se encuentra prófugo, sus padres, dueños de las taquerías Rosso Asadero, lejos de ayudarle a enfrentar las consecuencias de sus actos, lo están encubriendo, demostrando así la clase de educación que le brindaron y el tipo de ser humano que echaron a la sociedad. Eso sí, todos ellos ya vacunados, por cierto. Si él no fue, ¿por qué huye? Por ahí no falta quien quiere justificar sus actos diciendo, lo que siempre dicen: que ella lo sacó de quicio y se lo buscó. Como si hubiera una razón válida para que alguien pierda los estribos y medio mate a su pareja. 

La violencia escala. Comienza con palabras y continúa con golpes, casi siempre termina con una mujer muerta. Es importante estar alerta ante cualquier tipo de agresión y detenerla a tiempo: yéndose, denunciando (aunque creamos que no tiene caso), rompiendo el ciclo de la codependencia. Los verdaderos hombres enfrentan sus sentimientos con valentía, no le temen a la honestidad ni a la vulnerabilidad. Se hacen fuertes mostrando su lado más humano y razonable. Los verdaderos hombres no lastiman.

*Comunicóloga, feminista, rockera y con el mal hábito de llamar a las cosas por su nombre.

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