Los peligros de la demagogia en política

Javier Herrera Borunda

En estos momentos, y hasta el 11 de diciembre, la comunidad internacional se encuentra reunida en la ciudad de París, Francia, donde se desarrollan los trabajos de la XXI Conferencia Internacional sobre Cambio Climático (COP21) organizada por la Organización de las Naciones Unidas. El objetivo de esta reunión es alcanzar un nuevo acuerdo global que permita reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, responsables del calentamiento global y del cambio climático que afecta a todo el planeta e incluso pone en riesgo su sobrevivencia.

Hemos sido testigos en los últimos años de cambios bruscos en el clima mundial que ha oscilado de severas sequías a precipitaciones pluviales y vientos irrefrenables, granizadas atípicas, huracanes de gran intensidad; fenómenos meteorológicos que han ocasionado la pérdida de un sinnúmero de vidas humanas y erogaciones económicas multimillonarias destinadas a la reconstrucción.

En París, se discute un nuevo protocolo que sustituya al conocido como de Kioto que se empezaría a aplicar a partir de 2020. La intención es que los 195 países firmantes se comprometan a llevar a cabo políticas de mitigación, es decir, reducciones de emisiones contaminantes, especialmente en países desarrollados, lo que significa un pilar importante en la era del desarrollo sostenible post-2015. Además, se espera que se fije como objetivo que al final del siglo XXI la temperatura global no supere los dos grados.

El 9 de abril de 2012 no parece ser una fecha muy lejana, fue entonces cuando Andrés Manuel López Obrador, siendo candidato presidencial de la coalición Movimiento Progresista presentó un decálogo de obviedades con respecto a la industria petrolera y energética, como por ejemplo manejar integralmente el sector energético, invertir en exploración, frenar el deterioro de la industria petroquímica, operar a su máxima capacidad las hidroeléctricas, destinar recursos a la investigación y el desarrollo tecnológico y construir cinco refinerías en México para generar gasolinas y diesel. Lo que nunca mencionó fue cómo hacerlo y con qué recursos.

Conquistar el favor popular a través de promesas que de antemano se saben falsas, además de irresponsable es manejarse en el engaño, es mantener una actitud demagógica para alcanzar el poder. Ello es tan simple como que en un periodo de seis años es imposible construir cinco refinerías y ponerlas a funcionar si somos congruentes con los tiempos que se requieren para ello y con los recursos que podría generar el Producto Interno Bruto (PIB) nacional.

Hoy los ciudadanos debemos ser más cautelosos con estas actitudes poco reflexionadas y con promesas inalcanzables que además causarían claramente un daño mayor e irreversible, ya que los impactos ambientales que originan la refinación y extracción de petróleo se manifiestan en emisiones gaseosas y erosión de los suelos. La tendencia actual es disminuir el uso de energías fósiles privilegiando el uso de energías renovables, limpias, verdes.

De acuerdo a datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (Inegi), los costos ambientales derivados de las actividades económicas en México representaron en 2014 el 5.3% del PIB, es decir, alrededor de 910, 906 millones de pesos, que es el presupuesto que nuestro país debería destinar para prevenir o remediar la pérdida de recursos naturales.

Por otro lado, los costos de la contaminación atmosférica ascendieron a 542,283 millones de pesos, de los cuales por agotamiento de hidrocarburos perdimos 105,475 millones; por degradación del suelo 86,488 millones; por contaminación del agua 74,322 millones; por el manejo de residuos sólidos 57,340 millones; por agotamiento del agua subterránea 30,220 millones; y por los costos en la disminución de recursos forestales 14,777 millones de pesos.

Perdemos muchos millones, ¿no cree? Reflexionemos un poco. ¿Qué necesita México? ¿Refinerías? ¿Críticas permanentes y sin sustento a la política actual? o propuestas y soluciones cuando estamos perdiendo un 5.3% de nuestro PIB en costos ambientales. ¿Qué consecuencias estaríamos enfrentando en nuestra responsabilidad global si México estuviera construyendo cinco refinerías a escasos tres años del descabellado discurso lopezobradorista cuando la lucha actual se centra en mitigar los efectos del cambio climático?
Este es el tema que se argumenta en París y que se ha analizado en veinte reuniones anteriores. Se discute un protocolo que sustituya al de Kioto que se empezaría a aplicar a partir de 2020, la intención es que los 195 firmantes lleven a cabo políticas de mitigación, es decir, reducción de emisiones. Además, se espera que se fije como objetivo que, a final de siglo, la temperatura global no supere los dos grados.

Es posible entonces identificar a un político que busca prestigio con falsas expectativas y soluciones inalcanzables que lo hacen aparecer como un benefactor social, o un comprometido revolucionario popular. No nos confundamos, la demagogia en política erosiona el tejido social.

Tampoco nos dejemos llevar por las apariencias, en el siglo del conocimiento tenemos la obligación de estar mejor informados. Siempre hay un fondo detrás de las formas, como bien dijo en su momento el político e intelectual mexicano don Jesús Reyes Heroles.

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