
Por: Mtro. Pedro Peña Molina
La suspensión de clases a causa de la pandemia provocada por el virus SARS-COV-2 ha evidenciado, en lo inmediato, la importancia de la convivencia social en los procesos de enseñanza – aprendizaje y, dejado en claro que la idea de una sociedad transitando rápidamente a modelos de educación a distancia es errónea.
Esta generación se encuentran lejos de comprender, apreciar o privilegiar la instrucción individual e impartida en forma aislada de la cual en siglos pasados disfrutaban las altas clases sociales. Queda claro que la escuela actual requiere de sus ambientes y de que éstos contribuyen a que el conocimiento se asimile de manera ágil.
La interacción por si misma enriquece las experiencias de los estudiantes y abre una puerta para al intercambio de vivencias, conocimientos o perspectivas que nutren.
Aunado, debemos entender que el proceso de enseñanza va más allá de la conjugación de los elementos maestro-aula-alumno como tradicionalmente se piensan, esto es, no solo se combinan para una clase, sino, de igual forma para toda una serie de actividades que nutren la vida del estudiante.
Es evidente que esta generación no está preparada para un cambio de tal magnitud, requiere las aulas, porque forman parte de su construcción social como personas.
Otro problema que acentúa esta suspensión es el de la desigualdad en las posibilidades de acceder a los medios para continuar con los estudios. Son millones de niñas/as en nuestro país y en el mundo que no cuentan con acceso a internet o con equipos adecuados para dar seguimientos a sus clases.
A ello, agregue el contexto y las condiciones estructurales de tipo social y económicas que los rodean, por ejemplo, padres con mayores grados educativos que expliquen dudas versus la carencia de ello.
Es la escuela, de manera optima, el instrumento por excelencia con el que los Estados cuentan para democratizar a su sociedad. La realidad actual elimina esta aspiración.
La educación es un derecho humano principal en las aspiraciones por generar sociedades más justas. En lo inmediato, los estados debe hacer un gran esfuerzo por dotar de los instrumentos necesarios a los millones de estudiantes que carecen de ellos. Esto es, si en alguna ocasión el gobierno mexicano entregó pantallas ¿Por qué no hacer los mismo con una tableta que ayude a un chico a hacer sus tareas? Igual, dotarla de internet por medio de una tarjeta, mas cuando varias entidades federativas consideran el acceso a internet un derecho humanos.
La Organización de las Naciones Unidas ha expresado su preocupación por el rezago en la educación que se vivirá posterior a la pandemia, dicho problema, será más sensible entre aquellos que mayormente la requieren para cambiar su realidad.