Esa delgada línea…

SIÉNTASE INCÓMODO

Un espacio de opinión… desvergonzada

Por: Haydée Magallanes Montalvo

Justo cuando creemos que el movimiento #MeToo se ha apaciguado, surge una nueva denuncia: la actriz Evan Rachel Wood acaba de acusar a su ex pareja, el músico Marilyn Manson por manipulación y abuso sexual entre los años 2007 a 2010. Para escuchar su testimonio hay que hacerse un nudo en las tripas: celos enfermizos, aislamiento, chantajes, agresiones… Como es de esperarse, ya comenzó la cancelación masiva hacia el Anticristo Superestrella, quien acaba de perder su contrato con su disquera Loma Vista Recordings. Ante el mundo, el hombre es finalmente el monstruo que tanto nos vendió, un depredador, una bestia…

Peeeeerooooo… los que nos acordamos aún tenemos en la mente imágenes de Evan Rachel Wood feliz y sonriente al lado de Manson, vanagloriándose públicamente de “haberle robado el marido a Dita Von Tesse” (con quien El Reverendo estuvo casado de 2005 a 2007) y convirtiéndose en la actriz mejor pagada por aparecer en un videoclip (el de Heart Shapped Glasses, del disco Eat me, drink me, que Manson le dedicó por completo a Wood). Entonces… ¿qué pasó aquí?

Desde su aparición en octubre de 2017, el movimiento #MeToo ha ayudado a evidenciar la cultura del acoso y lo normalizado que se encuentra en todos los ámbitos de la sociedad de cualquier país, sin embargo, también se ha tomado como pretexto para llevar a cabo una cacería de brujas indiscriminada de la que no se salva ningún hombre. Y es que basta con leer en redes que “Fulano me miró feo” o decir “Sultano abusó de mí”, “Nos fuimos juntos y al día siguiente no me llamó” para que automáticamente, el varón en cuestión se convierta en un paria, y lo más importante, que estas acusaciones muchas veces no están basadas en pruebas reales y eclipsan a las que sí lo están.

Otra cuestión, y esto se lo he comentado a varias chicas que me piden que comparta los perfiles de presuntos abusadores para “quemarlos” en redes: De nada sirve acusar sin sustento legal, de otro modo sólo queda en chisme y, además, se vulnera la presunción de inocencia, detalle que sí se puede revertir legalmente cualquier acusación. Hasta ahora, la mayoría de las acusaciones del #MeToo han quedado en meras discusiones de twitter, sin detenidos, sin tomar cartas en el asunto, sin poder prevenir más abusos y, sobre todo, sin poder probar nada. Me preguntarán “¿Y a poco tú crees en la justicia?” Pues no. Tampoco creo que las leyes de este país estén diseñadas para ayudar a las víctimas, pero eso nos da tema para un libro. 

Retomando, personalmente considero que tanto el caso de Wood-Manson, como el caso de Johnny Deep con Amber Heard y muchos otros que he leído en el #MeToo tienen un mismo trasfondo: dos personas que se involucraron en una relación tóxica y que ahora la están llevando al ámbito público.

Y no quiero decir que el #MeToo sea un absoluto desperdicio, sino que creo que se ha caído en un abuso y un revanchismo que dista mucho del ideal feminista de reivindicar la igualdad de derechos entre mujeres y hombres. La misma Germaine Greer, una de las principales voces feministas de Australia, considera que lejos de proteger a las mujeres del abuso, el #MeToo ha generado una autovictimización basada en la subjetividad y considera también que “la industria del entretenimiento lo ha tomado para su propio interés publicitario” y que “ninguna de las cosas que estamos haciendo están surtiendo efecto para proteger a las mujeres de abuso”.  Quizá podríamos replantearnos estrategias como el generar espacios seguros, brindar apoyo psicológico a las víctimas y educar de forma permanente a la sociedad para acabar con la cultura del acoso, pero nada de eso se está llevando a cabo, por lo menos a gran escala.

Hasta el momento, el #MeToo ya ha tumbado varias carreras masculinas, quizá algunas porque se lo merecían, quizá algunas otras por mero chisme, pero lo cierto (y lo triste) es que a nadie de nosotros nos consta hasta donde llega la verdad en cualquiera de estos casos. Creo, como feminista, que el buscar la igualdad de derechos entre hombres y mujeres no significa que tengamos que ensañarnos con ellos, tampoco significa que debamos tener privilegios sobre ellos, de esta forma sólo estaríamos repitiendo el patrón patriarcal contra el que hemos luchado por siglos. Para finalizar, ¿le creo a Evan Rachel Wood? Sí y no, esperaré a ver qué tiene que decir Rose McGowan (quien fuera pareja de Manson de 1997 a 2001 y que actualmente es una de las principales voces del #MeToo)… si es que dice algo en estos días.

NO TE PUEDES PERDER:

LA MUJER EUNUCO

GERMAINE GREER

(1970)

Para entender mejor este tema filoso nada como adentrarse a las páginas de Germaine Greer, feminista australiana de notable influencia a finales del siglo XX y que propone con esta obra una visión sin dramas del feminismo tal y como ella lo vive y lo asume. Utilizando la historia, la biología, la literatura y la cultura popular, Greer explica cómo la liberación femenina no puede ser tal, hasta que se concrete una auténtica liberación sexual, una más allá de ideas que nos oprimen como el consumismo y la familia nuclear y urbana. Imperdible.

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