Cultura y suficiencia financiera

EN TRES PATADAS

 Por: Jorge A. González

 Una de las necesidades más apremiantes de los espacios culturales, tanto del ámbito municipal como estatal, ha sido la falta de recursos para mantenerlos en óptimas condiciones.

 

Los espacios se encuentran en un evidente deterioro debido a la falta de recursos, y es que en política, las necesidades relativas al rubro cultural se van al archivo de los asuntos sin importancia.

 

Teatros, galerías, centros culturales, auditorios, bibliotecas; sobre todo en las zonas urbanas se han tirado al abandono porque no existe un esquema financiero que les permita ser autosuficientes.

 

Estos espacios lucen con butacas rotas, pisos deteriorados, paredes dañadas por la humedad, plafones rotos, techos averiados, sin climas, falta de iluminación, fachadas despintadas y filtraciones.

 

La red de inmuebles culturales del gobierno del estado que tiene a su cargo el Instituto Veracruzano de Cultura (IVEC), se enfrenta al paso de los años con diversas necesidades.

Ponemos dos ejemplos claros, uno desde el ámbito municipal y otro desde la parte estatal.

 

El Museo de la Ciudad de Veracruz Manuel Gutiérrez 

Zamora, que pertenece al circuito de edificios históricos del ayuntamiento de Veracruz, no sólo abre sus puertas de manera gratuita para exposiciones, conferencias, presentaciones de libros, conferencias, obras de teatro, también lo hace para otras actividades.

 

Hace más de diez años que este espacio se alquila para fiestas particulares como bodas, quince años, convenciones privadas y congresos; dichas actividades representan un importante ingreso.

 

El recurso que se recauda por concepto de alquiler- que oscila entre los 10 mil pesos- no regresa para el mantenimiento de las instalaciones del Museo ni para las necesidades propias de este inmueble.

 

Cuando el ayuntamiento de Veracruz alquila el Museo, los ingresos entran a las arcas de la Tesorería, ahí se reúnen con otros ingresos más que luego se usan para otras acciones, que para entonces, ya deben de estar consideradas en el programa del presupuesto anual.

 

Si los espacios culturales se alquilan porque el presupuesto municipal es poco para el área de cultura existe cierta justificación, pero si se paga por su uso y el inmueble no recibe nada a cambio, entonces hablamos de un fin meramente recaudatorio que beneficia no sabemos a quién.

 

Lo mismo sucede con el Teatro de la Reforma adscrito al IVEC en la ciudad de Veracruz. Hablamos de un alquiler de más de 35 mil pesos para obras comerciales, sólo por mencionar un ejemplo.

 

Los contratos por el servicio entran a una cuenta directa del instituto, que no pasa por las manos de su titular, sino que se van directo a la Secretaría de Finanzas y Planeación (Sefiplan).

 

Las necesidades del teatro Reforma son muchas, y con los ingresos tan sólo de un mes, se pueden hacer muchas cosas para mejorar su operatividad y desempeño tanto para los eventos gratuitos como para los de alquiler.

 

Este espacio que cuenta con un aforo de mil 300 butacas en su planta baja y alta, requiere de un mejor equipo de iluminación, sonido, mecánica teatral, telones, plafones, reparación de butacas, alfombras, herrería y de mantenimiento del inmueble.

 

Los ingreso por servicios del teatro tampoco redundan en su beneficio, seguramente el recurso es usado para nómina o bien para otras necesidades distintas a los espacios en donde se generó el dinero.

 

Si bien la política cultural se concentra en programas, actividades, campañas, publicaciones, bienales, becas, incentivos; muy pocas veces se considera un esquema que beneficie y robustezca al IVEC de amera presupuestaria.

 

Los avances en materia de cultura serían otros si hubiese margen de maniobra financiera dentro del instituto con transparencia y equidad, a partir de los servicios que prestan sus espacios.

 

No obstante, la centralización de los recursos en la Sefiplan abre la brecha entre las necesidades y las finanzas, quedando el IVEC al margen del raquítico presupuesto anual de más de 90 millones de pesos, que a decir de un ex director: el 80 por ciento se va en nómina y el resto para los compromisos propios del instituto.

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