PUNTO DÉBIL LUIS ENRIQUE DE SANTIAGO
En breve iniciarán las campañas de forma oficial, el partido en el poder debilitado celebró 22 años de aquel 23 de marzo de 1994, donde el candidato del tricolor cayera muerto en Lomas Taurinas, Tijuana, Baja California; el célebre Jacobo Zabludovsky junto con sus reporteros emitieron cerca de las 7 de la tarde: que dos sicarios tiraron a matar a Luis Donaldo Colosio en la retirada de su mitin en aquella zona norteña.
Varios puntos durante estos 22 años se han puesto sobre la mesa, desde que en la camioneta, donde se subió al candidato a la presidencia se le dio el segundo balazo o el tiro de gracia, hasta que hubo una confabulación de los órganos más altos del gobierno de Salinas de Gortari.
La verdad a 22 años de ese penoso incidente que marcó la política y la forma de ver la política de los mexicanos, es que hoy, al partido oficial cada vez le está costando más el respeto de la ciudadanía. Han sido acumulativas las circunstancias por las que el pueblo hoy en día ve al partido oficial como una carga.
Desgraciadamente, el discurso que emitió ese 6 de marzo del 94`cada vez es más efectivo y está presente en la opinión de los mexicanos. Aunque la gente no recuerde ese discurso las palabras se han ido colocando poco a poco por opinión personal de muchos mexicanos, la historia le dio la razón al candidato.
“…¡México no quiere aventuras políticas!. ¡México no quiere saltos al vacío!. ¡México no quiere retrocesos a esquemas que ya estuvieron en el poder y probaron ser ineficaces!. ¡México quiere democracia pero rechaza su perversión: la demagogia!”…
“…Debemos admitir que hoy necesitamos transformar la política para cumplirle a los mexicanos…” y la parte más profunda del discurso y que posiblemente le costó la vida al candidato: “…Yo veo un México de comunidades indígenas, que no pueden esperar más a las exigencias de justicia, de dignidad y de progreso; de comunidades indígenas que tienen la gran fortaleza de su cohesión, de su cultura y de que están dispuestas a creer, a participar, a construir nuevos horizontes.
Yo veo un México de campesinos que aún no tienen las respuestas que merecen. He visto un campo empobrecido, endeudado, pero también he visto un campo con capacidad de reaccionar, de rendir frutos si se establecen y se arraigan los incentivos adecuados.
Veo un cambio en el campo; un campo con una gran vocación productiva; un campo que está llamado a jugar un papel decisivo en la nueva etapa de progreso para nuestro país.
Yo veo un México de trabajadores que no encuentran los empleos ni los salarios que demandan; pero también veo un México de trabajadores que se han sumado decididamente al esfuerzo productivo, y a los que hay que responderles con puestos de trabajo, con adiestramiento, con capacitación y con mejores salarios.
Yo veo un México de jóvenes que enfrentan todos los días la difícil realidad de la falta de empleo, que no siempre tienen a su alcance las oportunidades de educación y de preparación. Jóvenes que muchas veces se ven orillados a la delincuencia, a la drogadicción; pero también veo jóvenes que cuando cuentan con los apoyos, que cuando cuentan con las oportunidades que demandan, participan con su energía de manera decisiva en el progreso de la Nación.
Yo veo un México de mujeres que aún no cuentan con las oportunidades que les pertenecen; mujeres con una gran capacidad, una gran capacidad para enriquecer nuestra vida económica, política y social. Mujeres en suma que reclaman una participación más plena, más justa, en el México de nuestros días.
Yo veo un México de empresarios, de la pequeña y la mediana empresa, a veces desalentados por el burocratismo, por el mar de trámites, por la discrecionalidad en las autoridades. Son gente creativa y entregada, dispuesta al trabajo, dispuesta a arriesgar, que quieren oportunidades y que demandan una economía que les ofrezca condiciones más favorables.
Yo veo un México de profesionistas que no encuentran los empleos que los ayuden a desarrollar sus aptitudes y sus destrezas.
Un México de maestras y de maestros, de universitarios, de investigadores, que piden reconocimiento a su vida profesional, que piden la elevación de sus ingresos y condiciones más favorables para el rendimiento de sus frutos académicos; técnicos que buscan las oportunidades para aportar su mejor esfuerzo.
Todos ellos son las mujeres y los hombres que mucho han contribuido a la construcción del país en que vivimos y a quienes habremos de responderles.
Yo veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada, de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla. De mujeres y hombres afligidos por abuso de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales.
Veo a ciudadanos angustiados por la falta de seguridad, ciudadanos que merecen mejores servicios y gobiernos que les cumplan. Ciudadanos que aún no tienen fincada en el futuro la derrota; son ciudadanos que tienen esperanza y que están dispuestos a sumar su esfuerzo para alcanzar el progreso.
Yo veo un México convencido de que ésta es la hora de las respuestas; un México que exige soluciones. Los problemas que enfrentamos los podemos superar….”.
Por otro lado, debemos considerar que México está tomando un rumbo que debe preocuparnos a todos, no pinta nada bien, lejos de la pobreza, la inquietud social puede ser más peligrosa y contemplarse como una bomba de tiempo que en cualquier momento puede detonar.
La economía frágil que vivimos ha llegado a todos los rincones de la clase social de nuestro país por ello, la incertidumbre cada día cuesta estabilidad en la sociedad, y eso duele, antes el ir a Estados Unidos y buscar un sueño era la solución, hoy… no queda nada.