🧹 Entre escobas y escombros: la gran diferencia entre diputados

Hay políticos que cuando llega la desgracia agarran una pala…
Y hay otros que agarran el celular para que no se les escape el “live”.

En Veracruz, las recientes inundaciones no solo dejaron calles anegadas, también destaparon quién realmente tiene los pies en la tierra y quién solo los pone cuando el fotógrafo dice: “¡Sonríe, diputado!”

Empecemos con Héctor Yunes Landa, el eterno aspirante a todo y resultado de nada.
Ese diputado que no fue electo, sino dedazo certificado, y que llegó a las zonas afectadas con más producción que telenovela de Televisa: cámara profesional, fotógrafa exclusiva, y un séquito que parecía más staff de reality show que equipo de apoyo.

¿Y la ayuda?
Pues… llevó unas escobas, un par de despensas tan flacas que ni el hambre las quiso, y un discurso reciclado de campaña del 2016 (ese año cuando todavía prometía cosas que jamás cumplió).
Dicen que la gente lo veía pasar y ni un “gracias” le tiraban. ¿Por qué? Porque ya nadie se traga el cuento del político “solidario” que llega, habla bonito, se toma la foto, y se va en su camioneta con aire acondicionado y chofer con guantes.

A Yunes le encanta el reflector, pero esta vez la luz lo quemó.
Los paisanos ni lo pelaron.
Ni los mosquitos lo acompañaron al recorrido.
Y cuando quiso grabar su clásico video con voz de “yo sí estoy con el pueblo”, se escuchaba más el zumbido de los zancudos que los aplausos.

💪 Del otro lado del ring: Esteban Bautista, el diputado que no necesita Photoshop

Mientras el “diputado de dedazo” medía su mejor perfil para la cámara, en otra zona del estado Esteban Bautista ya estaba en el lodo, literal.
Sin reflectores, sin poses, sin discurso.

Llegó con pala, escoba y brazos dispuestos a ayudar.
Lo vieron limpiar calles, sacar escombros, repartir despensas de verdad (no de muestra gratis) y hasta comer un taco con las manos sucias, porque cuando uno ayuda, no hay tiempo para fingir.

Y no es casualidad. Bautista no viene de apellido con abolengo ni de fortunas de herencia; viene del pueblo, de la sierra, de la tierra, del trabajo.
Maestro indígena, bilingüe, de los que no necesitan traductor para hablarle al corazón de la gente.

Dicen que hasta algunos del otro bando se quedaron calladitos al verlo trabajar, porque ahí entendieron que la política no se mide en conferencias, sino en callos en las manos.

Mientras Yunes presume que “está con el pueblo” desde su sala climatizada, Esteban suda y dona parte de su sueldo para ayudar a quienes lo perdieron todo.
No lo presume, lo hace.
Y eso, mis estimados lectores, en tiempos de políticos de Instagram, vale más que mil selfies.

⚖️ La política del lodo y la política del lente

La escena es clara:
Unos se embarran de lodo, otros solo de discursos.
Unos llegan con pala, otros con portafolio.
Unos hacen historia, otros la repiten… mal contada.

Porque mientras Yunes, el “Noroña priista” —como le dicen en los pasillos del Congreso— sigue obsesionado con ser protagonista de algo (aunque sea del ridículo), Bautista enseña que la humildad todavía cabe en la política, aunque a muchos les estorbe.

Y así, entre el desastre y la desesperanza, quedó otra gran lección:
cuando el agua sube, los discursos se hunden, pero las acciones flotan.

💬 Al final, el pueblo no olvida.
Recuerda quién trajo una escoba para la foto y quién se arremangó para limpiar de verdad.

Y si alguien duda de la diferencia entre ambos diputados, solo basta ver sus botas:
las de Yunes, limpias y brillosas;
las de Bautista, llenas de barro, pero con la conciencia limpia.

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