El renovado mercado de artesanías no sólo trajo espacios dignos para locatarios, también iluminó la vida de María Teresa y Danilo, dos perros callejeros, que junto a sus diez cachorros se volvieron el alma del lugar.
Los padres perrunos llegaron en diciembre, cuando aún estaban en las carpas y no tardaron en ganarse los corazones de quienes venden en el malecón. Doña Mari alimenta a los cachorros con biberón tres veces al día, media hora por canino. Vendedores se turnan para cuidarlos y la ciudadanía ha respondido amablemente: han donado leche, medicamentos, refugio, atención veterinaria y hasta la esterilización.
La historia conmovió tanto, que ya hay lista de adoptantes. Pero antes de entregarlos, locatarios y veterinarios quieren asegurarse de que estos diez cachorros tengan un destino distinto, y se conviertan en símbolo de esperanza, no de calle.