
El 31 de diciembre de 2002 es una fecha trágica para los habitantes del puerto de Veracruz pues se registró un incendio en el mercado Hidalgo, específicamente en la esquina de Juan Soto e Hidalgo, lugar donde se encuentra una cruz negra con letras blancas en las que aparecen los nombres de las personas que murieron calcinadas en ese incendio.
Era un día normal para los veracruzanos. Había mucha gente en la zona de mercados haciendo compras de última hora. Nadie se imaginaba que minutos después sucedería una desgracia que cobraría la vida de decenas de víctimas.
En la cruz negra en la que se recuerda a las víctimas aparecen los nombres de aproximadamente 30:personas, aunque se dice que las víctimas fueron muchas más, pero a las autoridades municipales y estatales de aquel entonces no le convenía dar la cifra real de muertos.
Ese 31 de diciembre de 2002 todo transcurría con tranquilidad en el mercado Hidalgo. Se escuchaban los camiones y vehículos que circulaban por Hidalgo, Juan Soto y Cortés. Se escuchaban las voces de los vendedores que se dirigían a los transeúntes diciéndoles:
“Pase marchante compre su paloma gigante, buscapié, cohetes chinos y luces
de bengala”.
Los vendedores gritaban a todo pulmón lo que vendían sin importar que fuera un producto prohibido. Contaban con la complicidad de las autoridades municipales quienes se hacían de la vista gorda porque le daban su mochada a los empleados de la dirección de Comercio.

Corría el último día del año 2002 y nadie se imaginaba que en cuestión de minutos, las cosas cambiarían violentamente, situación que provoco la muerte de mujeres, hombres, niños y ancianos. Fueron decenas de
vidas humanas que cobró el siniestro, la tragedia que enluto a las familias
fue impactante, el dolor, la impotencia e indignación de la sociedad fue muy
grande debido a las circunstancias de los hechos.
Iván Gómez Gómez fue un héroe ya que sin importarle exponer su vida salvó la vida
de varias personas al sacarlas del infierno que se desató por la explosión
de varias toneladas de pólvora que había en las calles de los alrededores de
los mercados Hidalgo y Unidad Veracruzana en el bullanguero puerto de Veracruz.
Una y otra vez Iván heroicamente se metía a las llamas y sacaba a niños, mujeres y hombres, hasta que el fuego
hizo presa de él y cayo desmayado.Elementos de la benemérita Cruz Roja Mexicana lo levantaron y trasladaron al hospital regional.
El gobernador de Veracruz, Miguel Alemán Velasco dio instrucciones precisas a su secretario de salud el Dr. Mauro Loyo Varela
para que personalmente se diera a la tarea de darle todo el apoyo a este joven, durante casi un mes se luchó contra la muerte pero las quemaduras eran muy severas y el joven héroe falleció el 22 de enero de 2003.
La tarde del 31 de diciembre del 2002 el ambiente de fiesta que se vivía aquel miércoles era intenso, la gente hacia sus compras para la cena de fin de año, y las calles se encontraban atestadas de gente, unos
comprando y otros ofertando su mercancía que era variada, es de mencionar
que la venta de cohetes superaba por mucho la de otros años, y es que en la mayoría de los puestos había muchos kilos de pólvora.
De repente se escuchó una fuerte explosión,
formando una cadena de violentas lenguas de fuego que consumían lo que estaba a su paso, el humo formo grandes columnas que subían al cielo formando caprichosas y horrendas figuras, al acabar las explosiones las
llamas comenzaron a crecer y a caminar por las calles de Hidalgo y Juan Soto
hacia Cortés, Úrsulo Galván, Bravo y Cañonero Tampico.
El terror se apoderó de la gente que segundos antes se veían felices, los gritos de dolor se mezclaron con el intenso olor a pólvora y carne quemada. De inmediato se presentaron al lugar elementos de la policía, bomberos, Cruz Roja, Ejercito Mexicano y Armada de México, para acordonar la zona y evitar que el incendio que para ese momento era de proporciones alarmantes, creciera más, las llamas devoraron en su totalidad los puestos ambulantes de 4 calles y varios negocios establecidos.
En uno de los negocios establecidos que se
quemó, murieron más de diez personas que quedaron encerradas en una trampa
mortal, esto debido a la torpeza de uno de los empleados que cerró las cortinas de acero del negocio y huyo cobardemente condenando a una horrenda muerte a los clientes que quedaron encerrados muriendo asfixiados por el humo que entró a la tienda.
Cabe mencionar que debido a lo critico de la situación se activó el PLAN DN-III de la secretaria de la defensa nacional (SEDENA) quienes auxiliados por las demás corporaciones y ciudadanos, lucharon heroicamente contra las llamas, todos tenían en su mente que el principal objetivo era evitar que el siniestro creciera más, ya que debido a su ubicación, el peligro de un incendio devastador era muy alto, porque en la zona de mercados existen muchos tanques estacionarios de gas L. P. independientemente de los tanques de las casas de la zona.
Fue gracias a la bondad del creador que se ayudó a evitar mayores pérdidas humanas y materiales, y protegió a todos los que intervinieron en el combate
contra el fuego, los testigos del incendio motivados por el amor expusieron
sus vidas para ayudar a los elementos de las diferentes corporaciones a
combatir el fuego, y es que en cualquier momento la situación se podía
agravar aún más, ya que en la esquina de Hidalgo y Juan Soto donde
comenzaron las explosiones se encontraba una bodega de pinturas donde se
almacenaban varios miles de litros de solventes, que de ser alcanzados por
las llamas la explosión hubiese sido de proporciones inmensas y seria el
detonante para la explosión de los tanques estacionarios de gas, pues esta
bodega está ubicada a diez metros del mercado Hidalgo y a 15 metros del
mercado Unidad Veracruzana.
Es difícil saber cómo inició el incendio, tal vez alguien aventó un cigarro o prendió uno y aventó el cerillo, la verdad solo Dios la sabe, lo que sí se sabe es que ese año había demasiadas toneladas de pólvora en las calles
sin ninguna protección, había centenares de vendedores ambulantes que invadieron calles y banquetas para vender los miles de explosivos que traían.
La respuesta era obvia, las autoridades municipales a cargo del alcalde José
Ramón Gutiérrez de Velasco no hicieron nada por evitar la venta de explosivos.
Las investigaciones arrojaron como resultado el cateo de diferentes bodegas y el aseguramiento de muchas toneladas de pólvora, hay que resaltar que, a escasos diez metros de la esquina donde comenzó todo, la
policía decomiso más de dos toneladas de pólvora que de haber sido alcanzadas por las llamas las pérdidas humanas y materiales hubiesen sido mayores, la policía hizo también algunas detenciones unos salieron rápido,
otros no tanto y a la fecha de la redacción de esta historia solo quedaba un
detenido en la cárcel.
Sobre los muertos podemos manifestar que hay muchas historias, como la de una joven que era empleada de uno de los puestos de la zona de mercados, y al término de su turno se fue a su casa que está ubicada a casi un kilómetro del mercado y cuando llegó a su casa y revisar su bolso se dio cuenta que
había olvidado dejar el dinero de las ventas en su turno, y le dijo a su familia que iría a entregar el dinero y regresaría rápido, serían las cinco de la tarde cuando la joven salió de su casa, pero jamás pudo regresar
porque murió trágicamente minutos más tarde.
También existe otro caso, el del último cuerpo que quedaba en el instituto
de medicina forense en espera de ser reclamado por su familia, de repente un
señor de edad se presentó ante las autoridades para reclamar el cuerpo del
que decía eran de su hijo, se le entregó para que se le diera sepultura.
El Lic. Miguel Alemán Velasco, gobernador del
Estado de Veracruz ,en solidaridad con las familias de los casi 30 muertos,
les entregó una indemnización de más de 100 mil pesos (10 mil dólares) a
cada familia, el punto es que el sr. que reclamó el cuerpo del que decía haber sido su hijo también cobró dicha indemnización, las semanas pasaron, las investigaciones continuaron y se logró aclarar que el hijo del Sr. que había reclamado el ultimo cuerpo depositado en el forense, no eran de su
hijo, ya que este vivía en otro Estado de la república mexicana, y su padre había actuado de esa forma porque junto con su licenciado habían comprado un seguro de vida a nombre de su hijo y el plan era esperar que alguien muriera y su cuerpo no fuera reclamado por nadie para reclamarlo y poder cobrar el
dinero, situación que aprovecharon del triste incidente del 31 de diciembre,
al saberse la verdad el ya declarado defraudador se había dado a la fuga,
las autoridades y los medios impresos y electrónicos localizaron al hijo del
defraudador quien se desligo de los hechos cometidos por su padre y dijo que
tenía muchos años que no le veía, para ese entonces el Lic. Miguel Alemán
Velasco había ordenado que se usaran todos los recursos para localizar y
detener al defraudador por los delitos cometidos.
El defraudador hasta lloro cuando la Sra. Cristian Magnani de Alemán le entrego el cheque por más de 100 mil pesos, los policías lograron su captura poco tiempo después y hasta la fecha continua preso en uno de los 22 ceresos que existen en el estado de Veracruz México.
Es triste ver que tragedias como estas pasen, pero es más triste que los
humanos sean parte de los motivos que ocasionan estas tragedias.
¿Por qué? Unos con tal de ganar algún dinero, compran la pólvora para
venderla, otros compran para quemarla, y otros por permitir su venta, los
tres grupos no piensan en el daño que le hacen a la atmósfera y a sus
bolsillos, porque el humo toxico que se libera de la pólvora al ser quemada,
ocasiona daños irreversibles a la naturaleza, y es que la mayoría de la
sociedad entran en un frenesí en las épocas navideñas, gastando buena parte
de sus presupuestos en la compra de pólvora y los queman desde semanas antes
del fin de año, y la noche del 31 de diciembre a las doce de la noche, todos
simultáneamente queman gran cantidad de pólvora, sin ver que las ciudades
enteras son envueltas por el humo toxico causando severos daños.
Finalmente les comento que este servidor la tarde de aquel fatídico
miércoles estaba en la casa de un amigo, y ahí me entere de la tragedia
cuando recibí una llamada en mi celular, era mi madre y una de mis hermanas
que al saber de la explosión se preocuparon por mí, porque el lugar donde se
inicio todo, paso a diario para tomar el camión que me lleva a casa, solo
que ese día había yo decidido usar mi bicicleta.
Pasaron las semanas y seguí con interés el desarrollo de las
investigaciones, y un día hablando sobre los hechos con mi amigo Matías a
quien le decimos tiburón, me dijo, “Edmundo ese día había ido al mercado a
vender unos kilos de camarón y luego hice unas compras, me faltaban algunas
cosas pero decidí comprarlas en la tienda de la esquina de mi casa, y camine
por la calle de Hidalgo hacia la calle de Juan Soto esquina donde
comenzaron las explosiones, miraba a la gente. notando el frenesí con el que
compraban la pólvora, también vean tantos explosivos en la calle que en un
momento dado sentí un fuerte escalofrió recorrer mi cuerpo, al imaginar lo
que pasaría si se originara un accidente, luego continué mi camino para
tomar el camión y llegar a casa, al llegar a ella mi familia me comento el
hecho, razón por la cual un ligero temblor se apodero de mis piernas y sentí
recorrer por mi espalda un sudor frio, al recodar que minutos después que
pase por el lugar, se iniciaron las explosiones.
Y aun en ocasiones cuando duermo sueño con aquella tarde que pase por la “zona cero” y recuerdo los rostros de la gente, el frenesí en sus ojos, pero sobre todo recuerdo la gran cantidad de pólvora que había en las calles, y despierto con mi corazón latiendo apresuradamente. Y pienso que si hubiese hecho todas mis compras en el mercado hubiera yo pasado por la zona cero a la hora de la tragedia y tal vez hubiese sido uno de los muertos de aquel trágico 31 de diciembre del 2002.
Texto: Leopoldo Tlaxalo y Fernando Kuri