
Veracruz: Entre el Silencio de la Oposición y el Teatro del Poder
Por: Antonio del Río Argudín
En Veracruz no hay oposición. Así de claro. La política veracruzana atraviesa uno de sus momentos más grises, no por el talento político de quienes gobiernan, sino por la absoluta ineficacia de quienes deberían hacerles frente. Y no se trata solo de partidos, sino de una estructura rota, permisiva, entregada a los caprichos de Morena, que más que crecer por mérito propio, ha prosperado por abandono y complicidad.
Vivimos un teatro político donde el telón se ha caído, dejando al descubierto las farsas personales y públicas. Uno de los episodios más recientes, el divorcio que sacude a la esfera del poder, no se trata de un asunto privado cualquiera. No. Es la caída del discurso del “hombre de familia”. El escándalo no fue por una mujer, sino por un espadachín, y no en sentido metafórico, sino como una revelación que se pretende esconder bajo la alfombra de la política. La narrativa oficial habla de “violencia doméstica”, pero los pasillos dicen otra cosa. Como en una escena de Star Wars, lo que se rompió no fue un matrimonio, sino una imagen construida con esmero y marketing.
Esta situación no es menor. Rosa María Hernández Espejo se perfila como próxima alcaldesa, no tanto por su trayectoria ni por la venia de Rocío Nahle, sino por el efecto colateral de ese divorcio. Un reacomodo que duele más de lo que se admite, porque lo que verdaderamente se fractura es la credibilidad del relato familiar, algo que la gente –y en especial “la Paty”– no perdonan.
Del otro lado, Indira y Carolina. Dos nombres con pasado prometedor, pero futuro incierto. Indira, a quien el “Diablo Azul”, Miguel Ángel Yunes, habría respaldado, prefiere ahora desaparecer que cargar con la responsabilidad de una derrota anunciada. Carolina, por su parte, ya no es la joven de mirada brillante que conquistó al poder. Sin Fidel en plenitud, ni la Suburban la espera. Aquella historia de amor con un exgobernador es solo eso: un recuerdo enterrado.
Veracruz se debate en un vacío político. No hay contrapeso. No hay oposición real. Y cuando no hay quien cuestione, quien proponga, quien se enfrente con valentía a los excesos del poder, los monstruos crecen. Morena no es fuerte: la oposición es débil. Y en política, como en la vida, las traiciones y las caídas no se olvidan.
Porque, no lo olvidemos, en política nada se perdona… y la venganza siempre se sirve fría.