Dicen que es modernización digital, que buscan protegernos de los malos contenidos. Que ahora sí habrá orden en los medios y plataformas. Pero la verdad es mucho más cruda: quieren controlarlo todo. Incluso lo que ves, lo que oyes…y lo que piensas.
El Senado acaba de aprobar, con prisas y sin debate, una nueva Ley de Telecomunicaciones y Radiodifusión impulsada por el gobierno federal. La vendieron como una gran transformación, pero lo que esconde es una regresión a los tiempos donde el poder decidía qué medios vivían y cuáles se apagaban.
*Si un medio transmite algo que no le gusta al gobierno, sobre todo si viene del extranjero, lo pueden multar con millones de pesos.
Si una plataforma digital no obedece sus reglas, le pueden bloquear el servicio.
Si una estación de radio o canal de televisión incomoda a Palacio Nacional, le pueden quitar la concesión y cerrarlo.
Y lo más grave: el Instituto Federal de Telecomunicaciones, que era un árbitro independiente, desaparece. En su lugar, crean una “agencia” que estará controlada directamente por el Ejecutivo.
Esto es censura pero disfrazada de transformación digital.
Esto no es proteger a México. Es proteger al poder. Y a un poder que ya no acepta críticas, preguntas ni disidencias. Lo vimos con los jueces. Lo vimos con los organismos autónomos. Y ahora…lo estamos viendo con la información.
Mientras tú estás en casa viendo un video o compartiendo una nota en redes, allá arriba ya decidieron que deben tener el botón de apagado. Y que si no te comportas como consumidor obediente, te pueden silenciar con una orden.
¿Así o más claro?
Esto no es libertad. Es miedo disfrazado de modernidad. Y es el mismo miedo de gobiernos autoritarios que primero debilitan las instituciones, luego amordazan los medios, y al final, aplastan a los ciudadanos.
Con esta ley quieren sumisión en HD.