Semana roja…

Siéntase incómodo

Un espacio de expresión… desvergonzada.

POR: Haydée Magallanes Montalvo*

En la columna de esta semana quería hablar sobre estos últimos días, que fueron terribles en tema de feminicidios en nuestro país. Hablar de Victoria, la migrante que fue asesinada por la policía en Tulum; hablar de Wendy, cuyas amigas cargaron su ataúd ofreciéndonos una macabra postal de cómo se ve la desesperanza en una sociedad que atenta contra su propio futuro; hablar también de Karla, quien fuera asesinada en Quintana Roo, Estado feminicida que se opuso recientemente a brindarle la opción a las mujeres para decidir sobre sus cuerpos y su maternidad; hablar de la pequeña Nicole, de 7 años, cuyo único error fue haber salido a andar en bicicleta y cuyo cuerpo fue encontrado en una presa; y hablar también de las nuestras, las veracruzanas Cristina y Carmen, quienes fueron asesinadas en sus domicilios a punta de golpes y la última, de 80 años, además fue brutalmente violada.

Quería explayarme y lanzar rabias en contra de cada uno de estos casos, en el que pareciera competencia para determinar cuál es más brutal, más mezquino y más indignante, cuando aparecieron también Lupita, Alexia, Wendy, Ivonne, Monserrat… me di cuenta que hablar sobre feminicidios es no terminar nunca, y lo peor: me di cuenta que mientras más intenta uno crear conciencia, educar, intentar devolver un poco de dignidad a la memoria de las víctimas, menos pareciera importarle a nadie fuera de las feministas.

La brutalidad policial, el acoso, la pedofilia, la violencia política, las parejas enfermizas, la misma familia… las mujeres estamos cayendo como moscas ante una violencia rampante que abarca todos los ángulos sociales, nuestras relaciones humanas y nuestra cultura. Es ya tan numeroso y tan común, que mejor miramos para otro lado y seguimos nuestra vida repitiendo de forma inconsciente estos patrones violentos que de forma cíclica siguen cobrando las vidas de mujeres y niñas en todo el país. Es más cómodo hacerse de la vista gorda y burlarse de “esas locas feministas” cada vez que se señala un nuevo feminicidio y salen a las calles a exigir justicia con cada vez menos recursos y apoyos. Es tanta la indiferencia, las mujeres hemos llegado a ser tan invisibles, que a las mismas autoridades no les importa entregar a una madre los restos de su hijo en bolsas de basura; sin importar lo que ella pueda sentir. Se les olvida que somos humanas.

Pero más allá de la impotencia y la paranoia que está violencia feminicida nos genera a todas, creo que es importante seguir educando, seguir generando consciencia y seguir hablando por las que ya no están; quizá algún día, los huesos de las que ahora descansan se conviertan en semillas de las que germine una nueva sociedad más justa, más respetuosa y más civilizada en donde la vida de las mujeres y las niñas no corra peligro. No espero verlo pronto, pero trabajaré siempre por que algún día sea realidad.

*Comunicóloga, feminista, rockera y con el mal hábito de nombrar a las cosas por su nombre.

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